De broma muy en serio; o en serio muy de coña. Parquesvr hacen del humor propio una nueva forma de rock afilado: entre el desbarre punk, la canción protesta más sarcástica, la antropología afterpunk y el teatro extremo. Los de Leganés han conseguido ubicarse en un sitio equidistante, y a la vez novísimo, entre Cuchillo de Fuego, la Orquesta Mondragón, The Birthday Party, un Richard Cheese de extrarradio, un monólogo de Lenny Bruce y una ópera post-punk animal.
Más de MySpace y Fotolog que de Snapchat e Instagram, “Talego Quini”, su álbum debut, nos presenta a un grupo crudo como un bocadillo de carpaccio de buey y han llegado para quedarse, revolucionar el sonido del rock alternativo estatal desde la incorrección política y los textos entre satíricos y brutalmente honestos.
Parquesvr no son nuevos en este páramo anti-business: músicos que forman o formaron parte de proyectos como Sou Edipo, El Páramo, Fario, Persons o Escombro; y un frontman que se debate entre Ignatius Farray y Javier Gurruchaga y que lo amarás o lo odiarás, pero nunca lo olvidarás.
Sus canciones, siempre con el volumen al 11/10, reivindican a Lance Armstrong, hablan de romances fallidos, rajan de los puretas y de los que lloran cada vez que muere algún cantante famoso y hasta dejan recados políticos especialmente ácidos. Como decía Rajoy: cuanto peor, mejor para todos. Mejor para Parquesvr el suyo beneficio político.
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